¿Recuerdas cómo era la Navidad en tu niñez? La emoción estaba a flor de piel no solo por la visita de Papá Noel colmada de regalos, sino también por la felicidad que nos producía estar con toda la familia.
Con el paso del tiempo algunos han olvidado el verdadero motivo de esta celebración, y la magia de la infancia parece haberse desvanecido. ¡Pero no tiene porqué ser así!
El final de cada año nos trae la oportunidad de renovarnos a nosotras mismas y reforzar lazos familiares; unirnos, hacer las paces, reír y disfrutar con quienes más queremos. ¡Hay muchas cosas por las cuales estar agradecidas!
1. ¡La cena!
Acéptalo, es una de las fechas en que más rico comes: pavo, tamales, un rico ponche para calentar el cuerpo y una buena plática para calentar el alma. Reunirse a cenar se trata más sobre la convivencia que sobre la cena, pues en la mesa siempre se dan las mejores conversaciones.
2. Vuelves a hablar con tus primas
Si de pequeñas eran inseparables y vivieron aventuras increíbles pero el paso del tiempo aumentó la distancia entre ustedes, Navidad es una excusa perfecta para retomar la relación. Recuerden con cariño todas las cosas en común que las volvieron mejores amigas, y celebren sus diferencias como oportunidades para aprender una de la otra.
3. Ves la sonrisa de tus abuelos
Los abuelos tienen toda una vida de ventaja que les permite apreciar las cosas realmente importantes de la vida. Para ellos lo material ha pasado a segundo plano, y la familia, las pláticas interminables, las anécdotas emocionantes, las risas de los nietos y los abrazos de los hijos son tesoros que se guardan en la sonrisa.
4. Reconectas con tu niña interior
Es innegable, estas fechas traen consigo la nostalgia de la infancia, y la nostalgia es el conductor por excelencia para la reflexión. Recuerda tu pasado con cariño, mira lo mucho que has crecido, agradece a tu pequeña interior todas las batallas que han ganado juntas y los buenos momentos que han llegado a su vida. ¡Son unas guerreras!
5. Aprovecha para decir “gracias” a tus papás
Mamá y papá te han dado todo sin reparos. Su vida, su tiempo, su esfuerzo y su amor te han pertenecido desde que llegaste a ellos. Crecer es darte cuenta de lo afortunada que eres por la familia que te tocó. Es también querer retribuirles, aunque sea un poco, lo mucho que te dieron. Hazles un lindo regalo, ¡se emocionarán!
6. Perpetúas la tradición
Se dice que cuando creces las navidades dejan de significar lo mismo, y los más pequeños no disfrutan lo que tú gozaste. Está en tus manos lograr que ellos también sientan la magia de las fechas.
Invítalos a decorar el árbol, llévalos a comprar los regalos del intercambio, ayúdales a escribir su carta a Santa, pídeles apoyo para hacer la comida, canten villancicos, prendan luces de bengala, rompan una piñata. La infancia es fugaz y no vuelve, ¡haz que se diviertan!
7. Es una oportunidad para renovarte
Dice la famosa frase que con un año nuevo comienza una vida nueva. Aprovecha la inspiración de la Navidad para despojarte de tus temores, emprender un proyecto, entrar a la carrera que te apasiona, dejar un mal hábito, olvidar rencores, reconectar con personas que te hacen feliz, reír más, viajar más, decir “te quiero” con mayor frecuencia a ti y a quienes te rodean. ¡Despídete de tu viejo yo!
8. Te das cuenta que el mejor regalo ya lo tienes
Hacer la carta a Santa para pedirle los regalos que más anhelabas es una tradición que se ha mantenido hasta la fecha. Quizá ahora no escribas misivas, pero sigues esperando obsequios.
No está mal querer cosas lindas, pero a veces enfocarte en lo material puede ofuscarte e impedirte ver que lo verdaderamente importante está frente a ti: tus papás, tus hermanos, tus abuelos, tus amigos… Imagina, por un segundo, una vida sin ellos y repararás en lo valiosos que son. Aprovecha cada instante porque el mayor regalo es tenerlos a tu lado.