Hay maestros que nos dan grandes lecciones de vida, tal es el caso de Guillermo Javier Migliorini Izurieta, de 27 años de edad y originario de Mar del Plata, Argentina.

En abril recibió la vacuna contra covid-19, pero debido a una enfermedad prexistente, contrajo el virus. Los síntomas de la terrible enfermedad lo aquejaron durante un mes entero, hasta que su cuerpo no soportó más y tuvo que ser internado de emergencia. Lamentablemente perdió la batalla. Su muerte conmocionó a la sociedad y fue noticia pública.

Guillermo solía compartir su vida, creencias y pensamientos en redes sociales, sitio en el que también informó a sus amigos y familiares de su condición médica. Justo antes de partir de este mundo, publicó su última lección a través de una pequeña pero contundente carta que nos invita a reflexionar sobre nuestros actos y la verdadera pandemia que aqueja a la humanidad: el egoísmo.

Maestro sonriendo para tomar una selfie

Desde el martes sé que estoy con covid-19, los síntomas: fiebre muy alta que no se baja y dificultad para respirar. Lamentablemente, mi hermano mayor también presentó síntomas y, por lo tanto, continúa aislado en su cuarto. A pesar de todo, se ocupó siempre de cuidarme y llevarme a la guardia cuando los síntomas arreciaban.

Anoche entré en terapia intensiva porque no saturaba bien. Tengo mucha fe en los profesionales que me cuidan y en las personas que me quieren y están enviando rezos, oraciones y buenas energías.

Ojalá, a muchos de mis contactos que creen en la estúpida ficción de la nueva presencialidad, montada para aplacar a los medios -que no paran porque son CRIMINALES de la peor calaña-, se les caiga esa fachada y puedan ver la realidad.

Maestro tomando una selfie junto a sus alumnos

Si tus hijos van a escuelas privadas, piensa en los que vamos a las públicas… Algunas, sin siquiera aulas ventiladas según el protocolo.

Si viajas al colegio en auto, piensa en quienes usan colectivo o autobús, con las ventanas totalmente cerradas.

Si vas al colegio en Mar del Plata, piensa en cuánto falta para que lleguen los fríos, las heladas y nos obliguen a tener que mantener las clases muertos de frío (nosotros y los chicos).

La peor pandemia es el egoísmo, y de esa creo que no hay salvación.