Según la Organización Mundial de la Salud, uno de cada 160 niños desarrolla autismo. Quienes enfrentan este padecimiento tienen una característica especial: mayor capacidad de procesar y detectar información crítica que el común de la gente. Tal vez por eso Rafael Mayer, un pequeño de siete años de edad con autismo originario de Brasil, aprendió nueve idiomas a través de internet.
El trastorno del espectro autista (TEA) afecta a la comunicación, las interacciones sociales, las conductas repetitivas y en ocasiones también el aprendizaje; pero muchas de las personas afectadas muestran mayor capacidad para centrar la atención en áreas específicas a pesar de su sensibilidad a estímulos irrelevantes como sonidos o luces.
Es esta característica la que podría haber llevado al niño de siete años de edad a concentrarse en el aprendizaje de idiomas; hoy en día domina el inglés, español, ruso, japonés, alemán, italiano, esperanto, lenguaje de señas y la lengua de su país, el portugués, aunque es con esta con la que más dificultades ha tenido, según comparte su madre, Juli Lanser.
Solamente un 10 por ciento de las personas con TEA desarrollan lo que se llama “islas de genialidad”. Entre los casos destacados que se ha mencionado que podrían haber padecido autismo se menciona a Albert Einstein, quien habló hasta los tres años; el director de cine Stanley Kubrick; así como a los músicos Beethoven y Mozart.
Rafael es el tercero de cuatro hijos de la pareja formada por Valcir y Juli y el único con esa condición. Fue diagnosticado con autismo severo a los dos años y medio cuando su madre lo llevó al neuropediatra porque no hablaba. Inicialmente sus padres pensaban que era sordo porque parecía no escucharlos y no interactuaba; le realizaron análisis que salieron negativos.
Posteriormente lo llevaron a terapia del habla, “pero no reaccionó a ningún estímulo”. Recuerda su madre que le entregó una tableta a sugerencia de las terapeutas. Rafael pasaba horas viendo videos en inglés en YouTube y casi a sus cuatro años habló en una consulta y, para sorpresa de todos, solamente hablaba en inglés.
Parecía entender el portugués que hablaban todos a su alrededor, pero seguramente afectado por la hiperconcentración, un síntoma del autismo en el cual la persona usa el poder de concentración mental como distracción de la realidad, el niño había interiorizado el inglés y lo hablaba de manera fluida.
Según la neuropsicóloga clínica Lina Margarita Rosa Sarmiento, los niños autistas pueden tener ciertas habilidades excepcionales como muy buena memoria visual, por lo que recuerdan imágenes, lugares, fotos y pueden incluso llegar a reproducirlos a la perfección con detalles que para los demás pasarían inadvertidos.
El pequeño Rafael aprendió portugués a los cinco años, fue el cuarto idioma que dominó. Su madre narra que cuando quiere aprender un idioma el niño “permanece concentrado durante un mes, pero no habla todos los idiomas todo el tiempo, solo el inglés lo habla todo el día, es con el cual se siente cómodo”.
Hoy en día su interés se ha centrado en el árabe, pero solamente puede estar frente a una pantalla dos horas al día, ya que sus padres prefieren que no se enfoque totalmente en una cosa y pueda disfrutar otras actividades como la música, por la cual ha mostrado interés y a través de la cual se comunica.
Un año atrás el diagnóstico de Rafael cambió por parte de sus médicos y dejó de ser autismo grave y lo clasificaron en moderado. Su madre no le ha dado medicamentos nunca y espera que algún día logre la independencia como persona.